sábado, 29 de marzo de 2014

El MIT desarrolla materiales vivos

El MIT desarrolla materiales “vivos”

La creación de nuevos materiales es un proceso fundamental para el avance tecnológico en general. La idea no es solamente llegar a combinaciones más resistentes y económicas, sino también explorar otros conceptos un poco menos ortodoxos. En esta oportunidad, un equipo de ingenieros estacionado en el MIT desarrolló un material que combina a la bacteria Escherichia Coli con puntos cuánticos y nanopartículas de oro.

Más allá de las propiedades que pueda tener una aleación, es su aplicación la que termina por establecer sus parámetros básicos. En algunos casos debe ser liviana y resistente al calor, en otros necesita ser hipoalergénica, y nunca faltan esas situaciones en las que el bajo costo es prioridad. A la hora de desarrollar nuevos materiales, la naturaleza ha demostrado ser una excelente maestra. Desde la tela de araña hasta nuestros propios huesos, existen ejemplos que merecen ser imitados. Entonces, ¿por qué no tratar de obtener lo mejor de ambos mundos? Combinar lo natural y lo artificial, con el objetivo de optimizar características esenciales y expandir sus aplicaciones teóricas. Exactamente en eso ha estado trabajando un equipo de ingenieros del MIT, “convenciendo” a la famosa bacteria Escherichia Coli de incorporar componentes inorgánicos, como puntos cuánticos y nanopartículas de oro.


El resultado es una biopelícula con el comportamiento de las células vivas (adaptación al entorno, creación de moléculas complejas, etc.) y los beneficios de los materiales tradicionales, entre los que se destacan la conductividad eléctrica y la emisión de luz. Esta biopelícula se crea naturalmente, la cual contiene fibras especiales cuya función es la de asistir a la bacteria a adherirse sobre diferentes superficies. Al programar las células para formar tipos específicos de fibras, los ingenieros básicamente pueden controlar y alterar las propiedades de la biopelícula, creando nanocables de oro y filmes conductivos. Esto no es más que una prueba de concepto, pero el profesor Timothy Lu destaca que la tecnología podría ser aplicada en el futuro sobre desarrollos más avanzados, como materiales que se reparan a sí mismos, paneles solares y baterías. No es la primera vez que el concepto de autorreparación llega a nosotros. Ya hemos visto una propiedad similar en el grafeno, otro material al que se ha descrito como milagroso, a pesar de su origen científico. ¿Será una pizca de vida la clave para crear los materiales del mañana?